DEDICO a doña Ramona Sánchez, mi abuela…
Pensar
que el amarillo ya no perturba…
que te da lo mismo si está azul el cielo;
que los pájaros ya no posan entre tus matas,
que andan revoloteando el polvo de tus pisadas
que quedaron en el suelo…
Pensar
que una vez tuviste alas,
que te elevaste mucho más allá del tiempo,
que te embriagaste de perfumes
y tonadas,
que hiciste tuyo
los más anhelados deseos…
Pensar
que en cualquier amanecer
vuelves a tus matas,
tus gallinas y tus perros;
que vuelves a la costa de un río
y un leñero;
que vuelves a frotar la harina,
a fritar pescado,
a consumir tus sueños;
Pensar
que lo inevitable te arrastrará en el tiempo
que sólo quedará tu recuerdo,
tus frutos y aquellos anhelos,
de vivir en tu casa grande,
haciendo helados y tequeños…
Pensar
que partirás
ya no es un temor…
está latente como condición divina,
pero pensar que partirás de mí,
de mis olores y alegrías,
eso nunca será así
porque moriré,
como tú,
sobreviviendo ese recuerdo
de los mejores días…
Pensar
que pocas veces te dije abuela,
que pocas caricias pude darte,
que me faltó suspiros y detalles,
que quizás no fui todo lo bueno,
me hace consagrar una oración
donde ya no pinte despedida,
sólo un manto de luz que te permita
volar más alto
todos los días…
tornando tu inmenso sueño
de conquistar tus cosas,
tu colorete rojo
y tus perfumes fuertes…
Pensar
que al partir
se va contigo una parte
que desconoceré siempre…
un detalle que me adormece
y hace un nudo
la despedida…
Pensar
que te tuve cerca,
que rondaste mis manos,
es ya el mejor recuerdo
y por eso
no me siento solitario…
Pensar
que un día me encontraré contigo
en esa libertad de tu sueño
es ya hoy más un anhelo
que dormita en mis alegrías
haciendo de tu sueño poesía
en el inmenso cause
de los recuerdos…
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